Comprender todo sobre el eczema en los niños
Genera picor e incluso puede hacer que el niño esté un poco irritable: el eczema nunca resulta agradable en la vida de nuestro hijo. Pero basta con informarse un poco sobre el tema para darse cuenta de que dista mucho de ser una enfermedad rara y, sobre todo, que hay tratamientos para mejorarla. La primera forma de luchar contra el eczema es comprenderlo mejor y acabar con las ideas preconcebidas.
¿Cómo es el eczema en los niños?
Hay muchos tipos diferentes de eczema, el más común de todos es el eczema atópico. ¡Así que empecemos por este!
El eczema atópico del niño
El eczema atópico también recibe el nombre de “dermatitis atópica”, ambos términos hacen referencia a lo mismo. Veamos a continuación lo que lo caracteriza.
- Piel seca o muy seca
- Placas rojas
- Picores
- Supuración
- Engrosamiento de la piel
- Marcas de rascado
El enrojecimiento aparece en placas que pueden cubrirse rápidamente con pequeñas vesículas. Luego supuran y, cuando la supuración se seca, se forman costras. A lo largo de esta evolución, las placas pican, generando unas irresistibles ganas de rascarse. Afortunadamente, tras la crisis habrá un período de respiro: el eczema atópico alterna entre períodos de brote y períodos de calma.
Con el paso del tiempo, es muy posible que los brotes de eczema tarden más en llegar. También es probable que el eczema de su hijo acabe desapareciendo en la adolescencia, aunque puede persistir en la edad adulta.
En los niños atópicos, las placas de eczema se concentran con mayor frecuencia en los pliegues de los codos y las rodillas, así como en las muñecas y los tobillos, aunque también pueden verse afectadas otras zonas.
El eczema atópico no tiene cura, es decir, no se puede evitar que se repitan los brotes. Sin embargo, es posible curar un brote aplicando un tratamiento adaptado. Esto significa que el eczema puede tratarse para aportar alivio, e incluso para reducir la frecuencia de los brotes.
Los tratamientos
Tratar lo antes posible:
Cuanto menos esperemos, más fácil será calmar la crisis y posponer la siguiente.
Los cuidados:
Para reducir la frecuencia y la intensidad de las crisis cuando se sufre de dermatitis atópica, hay que combinar dos tratamientos.
Crema con cortisona
Cuidado emoliente
Adaptar sus hábitos a diario
Hay un montón de recursos interesantes que pueden ayudar a vivir mucho mejor con el eczema atópico y disminuir las crisis: trucos para rascarse menos, formas sencillas de abordar el tema en el colegio, cosas que es mejor evitar y otras de las cuales no hay por qué prescindir si se toman las precauciones adecuadas...
La causa del eczema atópico es una disfunción de la piel y de los mecanismos de defensa: su hijo tiene la piel atópica. Esta piel es más porosa que la piel normal, por lo que no desempeña bien su función de barrera. Además, reacciona de forma anormal a su entorno... Por eso aparecen placas rojas junto con crisis de picor.
La inflamación como tal se desencadena por una combinación de factores medioambientales como los alérgenos, los irritantes, los microbios, el rascado, el calor...
Este componente de hipersensibilidad al medio ambiente, la atopia, es de origen genético y, por ende, familiar.
El eczema atópico es un signo de que su hijo es atópico, es decir, que presenta esta hipersensibilidad al medio ambiente. Por lo tanto, su hijo puede desarrollar otras posibles manifestaciones de la atopia, como el asma, que puede anunciarse con una tos nocturna, sibilancias al respirar o falta de aliento anormal al practicar deporte.
Las otras formas de atopia:
El eczema de contacto en los niños
Una reacción alérgica
Aunque el eczema atópico es, de lejos, la forma más común de eczema, existe otra forma: el eczema alérgico de contacto. Este eczema se diferencia del atópico por la manera en que se manifiesta. Se trata de una reacción alérgica de la piel al contacto con una determinada sustancia, como unos pendientes de fantasía o el gel de ducha.
Respuestas y tratamientos
El eczema puede tratarse con dermocorticoides, pero para evitar las recaídas, hay que mantener alejado al responsable de la alergia y, para ello, obviamente primero hay que identificarlo. A veces, contestando a una serie de preguntas sencillas se logra dar con el alérgeno, pero es preferible realizar pruebas de alergia para identificar mejor al culpable.