El microbioma intestinal y el eccema: ¿interés de los probióticos?
El microbioma, o microbiota, es el nombre actual que reciben los seres vivos presentes en la superficie de nuestra piel, nuestro intestino, nuestros pulmones, nuestra boca... Una increíble mezcla de bacterias, virus y hongos, sin la que no podríamos vivir y viceversa. Una cantidad de 10 millones por cm² en nuestra piel, ¡y 100.000 mil millones tan solo en nuestro tubo digestivo! Estos microbiomas son indispensables para el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunitario.
Por tanto, era lógico pensar en una posible anomalía o alteración de estos microbiomas en una enfermedad inflamatoria como es la dermatitis atópica, en la que los sistemas inmunitarios (innato y adaptativo) se encuentran un poco sobreexcitados.
Hay muchos descubrimientos recientes que arrojan luz en el caso de la dermatitis atópica:
- La existencia de un vínculo entre un desequilibrio en el microbioma cutáneo y una alteración en el sistema inmunitario cutáneo, lo que crea una pareja a nivel de la piel
- La existencia de un vínculo entre un desequilibrio en el microbioma intestinal y una alteración en el sistema inmunitario intestinal, lo que crea una pareja en el intestino
- Un círculo vicioso mantenido por la propia inflamación a nivel de cada pareja
- Y, sobre todo, ¡un vínculo entre la pareja intestinal y la pareja cutánea!
En otras palabras: el desequilibrio del microbioma intestinal puede desencadenar brotes de eczema
¿Qué fenómenos pueden desequilibrar estos microbiomas, desequilibrando todo y provocando así los brotes de dermatitis atópica?
Son numerosos, especialmente en el mundo moderno:
- Factores genéticos
- La dieta
- Los medicamentos, empezando por los antibióticos
- El parto por cesárea
- Las viviendas o lugares de vida, con frecuencia urbanos, demasiado limpios
- Un aire ambiente demasiado contaminado
- El estrés
El denominador común de todos estos desequilibrios es el empobrecimiento de la biodiversidad de los microbiomas, que lleva a la dominación de una especie sobre las demás.
Este fenómeno puede producirse tanto en la piel como en el tubo digestivo:
- Dominio del estafilococo dorado en la piel atópica, lo que explica los episodios de superinfección con costras ligeramente amarillas en la piel.
- Casi desaparición de los lactobacilos en el microbioma digestivo en favor de otras bacterias, así como una disminución de las bacterias en general en comparación con los otros grupos
¿Qué se puede hacer para prevenir los daños o reparar el microbioma intestinal y poder actuar así en el eczema?
- Comer mejor: evitar los azúcares de absorción rápida, refinados y las grasas saturadas. En el caso del azúcar de absorción rápida, se encuentra en los refrescos, los cereales del desayuno, las chucherías, los pasteles... En cuanto a las grasas saturadas, se trata de evitar toda la comida industrializada, consumir carnes rojas con demasiada frecuencia (1 o 2 veces a la semana es suficiente) y lo que comúnmente se llama la comida basura.
- Cuando se debe seguir un tratamiento con antibióticos, conviene tomar complementos alimenticios a base de hierro, manganeso y cobre en dosis adaptadas a su edad durante todo el invierno
- Reparar la flora intestinal tomando periódicamente probióticos adaptados a la dermatitis atópica. Los probióticos son las bacterias buenas, los lactobacilos, cuya presencia es insuficiente en los pacientes con dermatitis atópica. Con demasiada frecuencia, se recomiendan probióticos para “reforzar” la inmunidad y no enfermar en invierno. Sin embargo, el sistema inmunitario en caso de dermatitis atópica no necesita verse “reforzado”, puesto que ya actúa demasiado. Por lo tanto, lo que se necesitan son cepas de probióticos adaptadas a la dermatitis atópica (lactobacillus rhamnosus GG). Se están identificando otras cepas y seguro que las recomendaciones actuales evolucionan en el futuro. Se ha demostrado científicamente la eficacia de tomar probióticos durante el embarazo y la lactancia para prevenir la aparición de dermatitis atópica en los bebés.
Se deben tomar durante el embarazo y la lactancia, administrarse a los bebés, ya sea en familias de riesgo o no, y siempre tras la ingesta de antibióticos
- Cuidar su digestión, es decir, evitar la hinchazón, el dolor abdominal, la diarrea… Todos estos fenómenos dañan la pared del intestino delgado y la inflaman. ¡Y esto es algo que no conviene en absoluto! Para ello, hay que reducir la cantidad de leche y de gluten que se ingiere. Podemos probar durante un mes: si vemos que nos sienta bien, seguimos reduciendo la cantidad y, si por el contrario, no surte ningún efecto, retomamos nuestros hábitos anteriores.
Cuidar la digestión también significa reparar la pared del intestino delgado, que puede encontrarse irritada por una mala alimentación y una mala digestión. Esta “reparación” puede realizarse gracias a los prebióticos. Se trata de fibras vegetales, es decir, frutas y verduras. También sirven de abono para los probióticos. De hecho, a menudo se recetan juntos.
Eso sí, ¡tomar prebióticos y/o probióticos descuidando la dieta y la digestión no tiene ningún sentido!
Las ventajas
El equilibrio del microbioma intestinal es fundamental para el equilibrio del sistema inmunitario de la piel.
Este equilibrio puede desaparecer al consumir demasiado azúcar, demasiada grasa, recibir antibióticos, así como por el estrés.
El mantenimiento de este equilibrio debe plantearse de forma global:
- Consumir menos azúcares de absorción rápida, comer más frutas y verduras frescas, de temporada
- Combatir la hinchazón reduciendo la leche de vaca y el gluten
- Tomar probióticos siempre tras la ingesta de antibióticos.